PIMPINELA, UNA
MEDICINA PARA EL ALMA
A
veces la vida cuando menos te lo esperas te guarda una mala pasada, un momento
que no quisieras tener que vivir pero no lo puedes evitar.
No
todo en la vida es un camino de rosas, también hay espinas.
En
esos momentos se necesita encontrar algo que nos sirva para “evadirnos” tal vez
de la realidad, para que ese dolor se pueda camuflar y sea un poquito menos
doloroso.
Yo,
cuando sentí que mi mundo se venía abajo, que había perdido lo que más quería
en la vida, no podía perder otra cosa que también siempre me había acompañado:
La Música.
Intenté
seguir con mi día a día y me refugié en la música.
Aunque
pudiera parecer un poco frívolo, a mí me ayudaba como si de la mejor medicina
se tratara.
La
música en general y Pimpinela en particular me acompañó en esos momentos tan
duros en los que lo único que me apetecía era llorar y pensar en que ya no
volvería a ver a mi Madre nunca más.
Ese
Nunca Más me atravesaba el corazón, me sonaba tan irresistiblemente doloroso
que en vez de llorar prefería evadirme escuchando música.
Y
en las voces de Lucía y de Joaquín encontré esa melodía que supo mitigar mi
dolor, la dulzura necesaria para tranquilizar mi enfadado corazón.
Dicen
que la música amansa a las fieras, en ese momento mi corazón era un potro
desbocado que no sabía ni dónde ir.
Se
hubiera podido perder o ir detrás de aquello que perdí, pero la música me supo
ir calmando día a día.
Por
eso digo que Pimpinela fue como una medicina, encontraba en esas canciones la
cura para mi dolor.
Un
bálsamo tranquilizador dónde me sentía cómoda.
Esto
va dedicado a ellos, a Lucía y Joaquín, pues estoy segura de que no he sido la
única que se ha refugiado en sus canciones para evadirse de la realidad.
A
veces no hay mejor medicina que la música.
GRACIAS
POR AYUDARME EN MIS PEORES MOMENTOS.
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