domingo, 9 de febrero de 2014

UNA MEDICINA PARA EL ALMA

PIMPINELA, UNA MEDICINA PARA EL ALMA


A veces la vida cuando menos te lo esperas te guarda una mala pasada, un momento que no quisieras tener que vivir pero no lo puedes evitar.
No todo en la vida es un camino de rosas, también hay espinas.
En esos momentos se necesita encontrar algo que nos sirva para “evadirnos” tal vez de la realidad, para que ese dolor se pueda camuflar y sea un poquito menos doloroso.
Yo, cuando sentí que mi mundo se venía abajo, que había perdido lo que más quería en la vida, no podía perder otra cosa que también siempre me había acompañado: La Música.
Intenté seguir con mi día a día y me refugié en la música.
Aunque pudiera parecer un poco frívolo, a mí me ayudaba como si de la mejor medicina se tratara.
La música en general y Pimpinela en particular me acompañó en esos momentos tan duros en los que lo único que me apetecía era llorar y pensar en que ya no volvería a ver a mi Madre nunca más.

Ese Nunca Más me atravesaba el corazón, me sonaba tan irresistiblemente doloroso que en vez de llorar prefería evadirme escuchando música.
Y en las voces de Lucía y de Joaquín encontré esa melodía que supo mitigar mi dolor, la dulzura necesaria para tranquilizar mi enfadado corazón.
Dicen que la música amansa a las fieras, en ese momento mi corazón era un potro desbocado que no sabía ni dónde ir.
Se hubiera podido perder o ir detrás de aquello que perdí, pero la música me supo ir calmando día a día.
Por eso digo que Pimpinela fue como una medicina, encontraba en esas canciones la cura para mi dolor.
Un bálsamo tranquilizador dónde me sentía cómoda.

Esto va dedicado a ellos, a Lucía y Joaquín, pues estoy segura de que no he sido la única que se ha refugiado en sus canciones para evadirse de la realidad.
A veces no hay mejor medicina que la música.

GRACIAS POR AYUDARME EN MIS PEORES MOMENTOS.

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